El
crecimiento del que no es amigo.
Sé
que pasado un tiempo, me rechazarás; lo sé consciente e
inconscientemente; lo segundo, porque necesariamente busco tu
reconocimiento simbólico, matando partes de mí. En ese instante, me
abres mundo sin detener el flujo de mi existir; lo sé
conscientemente porque como humana, el encuentro no será siempre lo
"mismo"; la amistad reside en que el amigo siempre queda
por venir.
Al
acercarme al amigo, lo que surge como amistad implica en sí aquel
sufrimiento que vendrá. Esta experiencia no debe entristecer, es
nuestro "tatuaje". ¡Qué engañados! El desgarro hace
crecer. Por momentos, eres el héroe trágico contemporáneo.
La misma caída se convierte en algo divino,
en desbordamiento, en deseo que te excede y te hace seguir en la
búsqueda de tu no-amigo.