jueves, 5 de enero de 2012

El olvido del olvido del ser: Platón-Heidegger.

1. Propuesta y objetivos.

El análisis que sigue tratará de dar cuenta de la conexión señalada por Heidegger entre las diferentes etapas de la filosofía de la historia entendida como olvido del ser, situando el origen de tal interpretación en el planteamiento de la metafísica platónica. Es ahí donde Heidegger señala el primer olvido del ser tras la disolución de la diferencia óntico-ontológica, y por ello habrá que explicar cómo quedan enlazadas la metafísica platónica y la última fase del olvido del ser: La época de la técnica, considerada como momento de máxima nihilización en el que Heidegger vislumbra el máximo peligro para el ser, pero también el momento privilegiado para la superación del nihilismo.

El comentario que se realiza sobre el escrito de “La pregunta por la técnica” servirá a modo de resumen-comentario, donde el objetivo principal será destacar algunos pasajes que demuestran ese olvido de la diferencia óntico-ontológica que Heidegger encuentra en Platón por haber centrado la mirada en las formas (ideas), aunque por otra parte, en la época de la técnica Heidegger encuentra un paso que va más allá respecto a las anteriores etapas, esto es, en la modernidad no sólo hay olvido del ser sino que conlleva el olvido del olvido del ser. Se tratará por tanto de comentar la importancia de ese doble giro.

Si bien se pueden encontrar dos tipos de análisis, ontológico y epistemológico, en el análisis que Heidegger hace de su lectura platónica, el presente trabajo se centra en los aspectos relativos al primer nivel, dado que el segundo hace referencia a cuestiones relacionadas con el cambio de esencia de la verdad y quedan en un segundo plano de interés respecto a lo que se intenta investigar en el presente trabajo.

Con ese propósito, tras hacer un balance sobre el texto de “La pregunta por la técnica1”, en el tercer apartado se desarrollarán tres cuestiones de carácter ontológico referentes a la metafísica platónica, que darán cuenta de la relación que establece Heidegger entre el origen y la última etapa del olvido del ser. Más en concreto se tratará de estudiar: la duplicidad, la diferencia entre la pregunta por la esencia (qué es) y la existencia (el que es) y finalmente, destacar el papel del ámbito entitativo en la filosofía platónica, como un aglutinante más que sirve de apoyo para mantener la tesis heideggeriana de la filosofía de la historia como olvido del ser.

Para finalizar se extraerán algunas conclusiones del planteamiento heideggeriano y se criticará la pertinencia de algunos de sus comentarios respecto a la superación del nihilismo desde un pensar que debe abrirse a la interpelación del ser como experiencia originaria. En ese sentido habrá que retomar la distinción entre el nihilismo en su sentido propio e impropio, para aclarar cómo éste último se ha extendido con la visión platónica de la realidad y del ser en general. Precisamente la superación del mencionado nihilismo consistirá en rebasar la metafísica de la presencia que atraviesa todo la historia, es decir, la clave para superar ese predominio de lo entitativo residirá en entender y cambiar la relación misma del hombre y el ser (especialmente atendiendo a las obras del primer Heidegger) o el modo de entender la relación de copertenencia entre el ser y la nada.

La tesis central, en ese último apartado, radica en torno a la idea de que la técnica entendida desde la forma del nihilismo impropio va contra, y ha ganado poderío, respecto al nihilismo en sentido propio, -que es lo posteriormente se ha conocido como filosofía de la presencia y cuyos inicios residirían en el pensamiento platónico-.


2. Comentario de la filosofía de la historia como olvido del ser desde “La pregunta por la técnica” de Heidegger.

Habrá que tener presente el cambio de planteamiento que se realiza en Heidegger desde Ser y Tiempo hasta la época de la Khere: En un primer momento el Dasein se sitúa como centro de la manifestación o desocultación del ser; el Dasein era el responsable de estar a la escucha del ser; sin embargo, en los escritos posteriores hay una mayor implicación e incluso una copertenencia entre del ser y el Dasein, tanto así, que se puede interpretar que el Dasein queda religado a un segundo plano.
Al margen de este inciso, hay que señalar que en “La pregunta por la técnica” Heidegger indica ya desde el inicio, la importancia de un pensar atento al preguntar, un pensar que se sitúe siempre en la actitud de la interrogación. Para Heidegger existe una diferencia intachable entre preguntar por la técnica y hacerlo por la esencia de la técnica. Hace mención de concepciones equivocadas sobre la esencia de la técnica: Por un lado, aquellos que piensan que la esencia de la técnica debe ser algo neutral; y por otro lado, aquellos que desde la metafísica clásica mantienen que la esencia de algo “es aquello que algo es”, lo que puede implicar una definición antropológica e instrumental de la técnica en dos sentidos que interaccionan, esto es, como medio para unos fines y como un hacer del hombre. Pero, ¿qué se lo que pregunta Heidegger al cuestionar la técnica?

El filósofo alemán parece aceptar esas definiciones, pero no las considera aplicables a la ciencia moderna, ya que juzga que visto así, dicha técnica no constata ni desvela la esencia de la técnica. Lo que trata de preguntar Heidegger es: Qué es lo instrumental mismo. Para ello pone en tela de juicio la interpretación tradicional que se encuentra en los cuatro tipos de causas aristotélicas: Causa material, formal, final y eficiente, donde lo instrumental y la causalidad están en relación estrecha, mientras que en Heidegger se realiza una pregunta más originaria: qué es la causa misma o qué unidad existe entre las causas. Así las causas aristotélicas serán las responsables de que algo advenga a presencia, pero el traer-ahí delante que destaca Heidegger en ese artículo, no se refiere sólo al fabricar del artesano sino que confiere el límite de lo que las causas aristotélicas pueden traer a presencia. La esencia de la técnica es un emerger-desde-sí o desocultar la verdad, por eso lo decisivo no es tanto 'el hacer' como el traer-ahí-delante que aparece tanto en la poiesis del artista como en la labor del artesano.

El siguiente paso que realiza Heidegger es mostrar cómo la técnica moderna es distinta de la técnica anterior. La esencia de técnica moderna es al mismo tiempo, “un hacer salir de lo oculto” pero no en el sentido del traer-ahí-delante sino como “una provocación que pone ante la Naturaleza la exigencia de suministrar energía que como tal pueda ser extraída y almacenada”2. Antes había una entrega de las fuerzas de la Naturaleza pero ahora no hay esa consonancia con lo natural, por el contrario, hay un deseo de emplazar la Naturaleza. Esa estructura de emplazamiento que es la Ge-stell conlleva un impulso hacia la máxima utilización con el gasto mínimo; es un proceso que busca transformar, almacenar, distribuir y conmutar las diferentes maneras de salir lo oculto. En otras palabras, todo tiene que servir para ser transformado y modificado en otra cosa.

El paso de la técnica clásica a la técnica moderna se realiza mediante el hombre, quien está provocado a extraer las energías naturales como 'existencias', es decir, como algo que siempre debe estar a disposición en cuanto medio para las necesidades. En este sentido se insiste en que la técnica no es un mero hacer del hombre, sino que él mismo ha sido provocado para presentar lo real como existencias, descansando en la estructura de emplazamiento y en el empleo de la ciencia exacta, y es por esa razón es imprescindible calcular lo computable de la Naturaleza. En este nivel de comprensión de la técnica ya se entiende por qué Heidegger habla del olvido del ser como ámbito previo al hombre. Hay una consumación del humanismo moderno que impide la pregunta por el ser, pues la nueva comprensión del mundo indica que “el hombre es la medida de todas las cosas”, implica que técnica y humanismo son consustanciales y que la técnica es el máximo nivel de auto-engaño en el que culmina la moderna subjetividad calculadora.

La techné griega, en cuanto poiesis o producir del traer-ahí-delante, posibilitaba la manifestación del ser -ya que no era contrapuesta a la physis-, ahí la técnica era apropiante y desapropiante, pero en la modernidad se lleva a cabo un salto cualitativo en la construcción de la Naturaleza, porque ahora ella debe ajustarse a las demandas y necesidades del hombre. La modernidad no ve ese proceso de ocultación y desocultación sino que todo lo se traduce en producción de la subjetividad moderna. En ese punto reside el doble salto respecto a lectura del ser heideggeriana, no sólo se trata del olvido del ser sino también del olvido del olvido del ser. En Nietzsche II en “La Metafísica como historia del Ser” afirma Heidegger: “El olvido del ser quiere decir, entonces: ocultarse de la proveniencia del ser diferenciado en qué-es y que-es, a favor del ser que despeja (lichtet) el ente en cuanto ente y queda, en cuanto ser, impensado”.
La clausura que supone el emplazamiento de lo real, le lleva a Heidegger a concluir el cierre mismo de la diferencia óntico-ontológica. ¿En qué sentido supone eso el olvido del olvido del ser? En la medida en que la época de la técnica moderna implica la máxima errancia en cuanto al abandono del ser. Se ha obstruido la vía de la escucha y con ello se ha caído en el máximo peligro: “Desde el momento en que lo oculto aborda al hombre, no ya siquiera como objeto sino exclusivamente como existencias”… ”Desde el momento en que el hombre, dentro de los límites de lo objetual, es ya sólo el solicitador de existencias, entonces el hombre anda al borde de despeñarse, de precipitarse allí donde él mismo va a ser tomado sólo como existencias”3.

Heidegger habla de la imposibilidad de que el hombre se encuentre consigo mismo en su esencia; de que la verdad se marcha en retirada hacia todas partes y con ello se hace imposible alcanzar una verdad más originaria, quedando erigida la ge-stell como desocultamiento único y definitivo; de la caída en lo ahistórico. No obstante, las indicaciones dadas no conllevan el pesimismo pues hay que atravesar ese peligro para emprender una nueva escucha de la llamada, es decir, para la nueva apertura del ser en el mundo. “Pero donde está el peligro, crece también lo que salva”4. El ser terminará apelando al ser-en-el-mundo para que abra otro mundo de sentido, de tal modo, que el peligro nunca desaparece porque forma parte de la dimensión misma de la nueva apertura del ser. Se trata por tanto de convivir con el peligro que supone el olvido del ser sin que ello conlleve ninguna desesperación, antes bien conducirá a la serenidad, dado que en cualquier momento se puede volver a caer en ese olvido del olvido del ser. Por eso Heidegger había interpretado el superhombre nietzscheano como al afirmación extrema de la subjetividad moderna, en la medida en que reduce el ser a valor, donde la voluntad de poder se convierte en la subjetividad extrema. Para Heidegger la superación del nihilismo no llegará a través de la voluntad sino que el mismo nihilismo es una salida eventual allá donde el peligro siempre acecha.

El peligro del nihilismo entendido desde la nihil (nada) tiene una dimensión dinámica y co-creadora. Esto le lleva a pensar la verdad del ser como acontecimiento propio de algo que se presenta y que se muestra, mientras que la modernidad no ve la dimensión de ocultamiento y desocultación que los griegos reconocían respecto a la Physis en su traer-ahí-delante, sino que se queda en la nivel entitativo interpretado como provocación y producción de necesidades que ha llevado al hombre al olvido del ser.

3. Desarrollo de las relaciones entre Platón y Heidegger desde el punto de vista ontológico.

Se me podría objetar haber empezado la casa por el tejado, en la medida en que he pretendido explicar primero la tesis respecto al olvido de la diferencia ontológica, donde todo queda religado al plano entitativo tal como Heidegger lo explica en “La pregunta por la técnica”, donde ya se deja interpretar una relación tanto con la metafísica de Platón como con la época moderna respecto al carácter ontológico de su tesis del ser como olvido. Hay que decir que, si la duplicidad es un aspecto muy importante para el nihilismo en Nietzsche, no lo es en igual medida para Heidegger, aunque ciertamente existe un cambio semántico respecto a la interpretación de lo que se considera como el verdadero componente del nihilismo: en Nietzsche, sería la conversión del ser en objeto de la voluntad de poder y puesto que el ser, más que un olvido, es una ficción o error que acontece ya desde la filosofía platónica, como a continuación se entenderá.

Siguiendo las conclusiones a Álvaro Vallejo Campos5; a continuación hablaré de la distinción entre la esencia y la existencia, es decir, entre la ousía y la cosa singular concreta (mē on), que es la clave de este trabajo, ya que desde la visión de Heidegger, Platón despeja “el ente en cuanto ente”, el que es o la esencia, pero no se pregunta por el ser. Habría una preeminencia entitativa que expulsa el ser, igual que ocurre en la época de la técnica antes mencionada. Sin embargo valga resaltar una diferencia radical respecto a Platón, quien sus diálogos todavía nos reserva cierta duda respecto a la pregunta por el ser mismo, en la medida en que se preocupa y se cuestiona por la Epekeina tes usías o la idea del Bien -aunque no puedo entrar en eso en este momento-, sirva simplemente como apunte de ambigüedad y para confirmar que a pesar de las interpretaciones, no se llega a una respuesta concluyente.

La metafísica platónica es ontoteología para Heidegger en tanto que Platón considera: “La venida a la presencia (ousía) como idea”… “El pensar sobre el ente se convierte en “filosofía” porque es un alzar la mirada hacia las ideas”. Heidegger encuentra que la metafísica platónica ha producido una escisión en la naturaleza de las cosas: Ousía (Formas) frente a génesis (el devenir), es decir, el ser de las cosas ha sido trasladado a las ideas, que nada tienen que ver con el concepto de idea de la modernidad cartesiana, como contenido de la mente. Para Platón, desde el punto de vista ontológico lo primero es la forma como a priori, pero esa definición del ser como idea conduce a una nihilización de la physis, dado que el ser de los entes se ha trasferido a algo que está más allá del ente.

Ahora habría que plantearse la cuestión acerca de cómo la metafísica platónica -en la medida en que separa la esencia y la existencia- llega a conectarse con el olvido del ser. Por un lado, el plano de lo que el ente verdaderamente debería ser pero no es, que reside en el mundo verdadero para Platón, frente al mundo aparente que muestra turbiamente el qué es. En ese punto es donde Heidegger encuentra la primera banalización del ser, en la medida en que las miradas se vuelven hacia las ideas.

Esto es lo que Álvaro Vallejo recoge en el artículo citado refiriéndose a la importancia de la essentia como lo que el ente es, en oposición al alejamiento de la existencia o ser en cuanto ser, que queda en el olvido como resultado de la ruptura que se lleva a cabo respecto a la unidad primigenia de la physis. En “La introducción a qué es metafísica” en Hitos, Heidegger destaca que la verdad del ser queda impensada porque “sólo piensa el ser representándose lo ente en cuanto ente”.

La escisión entre el mē on (la physis o el que es) y el onto on (las Ideas o el qué es) es expresada por Heidegger del siguiente modo6: “El qué es en cuanto ser que sirve de norma expulsa al ser, es decir, al ser en la determinación inicial que, previa a la diferencia entre qué y que, le preserva el rasgo fundamental de la inicialidad y del abrir y presenciar, de aquello, pues, que posteriormente –aunque sólo en posición a la preeminencia del qué-es (idéa) sale a la luz como que-es (hoti estin)”.

Heidegger lo expresa de forma más clara en el siguiente pasaje7: “El qué es, allí donde se hace valer como ser, favorece que predomine la mirada dirigida a aquello que el ente es, y posibilita así una peculiar preeminencia del ente. El que-es, en el cual no parece decirse nada del ente mismo (de su qué), satisface la modesta función de constatar que el ente es, en lo cual el “es” y el ser pensado en él mantienen simplemente su carácter usual. El que-es, cuando se hace valer como ser, posibilita la obviedad de la esencia del ser. Ambas cosas, la preeminencia del ente y la obviedad del ser, caracterizan a la metafísica. Puesto que el que-es queda siempre incuestionado en su esencia, no en cambio respecto del ente del caso (de si es o no es), también la esencia unitaria del ser, el ser como unidad de qué es y el que-es se determina implícitamente desde lo incuestionado”.

La diferencia ontológica heideggeriana indica que “no hay ser sin ente pero el ente no es el ser”, mientras que en Platón encuentra que la mirada está dirigida hacia la esencia de los entes, interesándose por el qué es, pese a que en algunos pasajes parece poner en tela de juicio la defensa que vengo haciendo cuando se apunta a la interpretación del Bien (Agathón) de Platón, como idea que está más allá de las ideas. Con ello parece señalar que hay otro plano que no es meramente el entitativo de la ousía, mientras otras veces se encuentran pasajes en los que parece hablar del Agathón dentro de la dimensión entitativa, como un ente eminente entre los entes. Sin embargo dejando a un lado este problema que daría lugar a otro trabajo, se puede concluir que debido al planteamiento ontoteológico de Platón -que deja la idea del bien como una divinidad (to theion) que resolvería la cuestión sobre la esencia de los entes-, el problema del ser mismo quedaría así impensado por haber considerado que, la idea no deja lugar para nada que la preceda -tal y como mantiene Heidegger en su lectura de la filosofía de la historia como olvido del ser que comienza en el pensamiento platónico y da paso para los posteriores eslabones como la subjetividad moderna, el idealismo y finalmente el olvido del olvido que hemos tratado con su pregunta por la técnica.

4. Valoración de las soluciones al nihilismo en Heidegger.
Lo que Heidegger llama nihilismo impropio es ese no estar a la escucha del ser que ya desde Platón parece sustraerse, o en otras palabras, ese reducir la nada al vacío improductivo de tal modo que el olvido del ser coincide con la suspensión de la diferencia óntico-ontológica: Comprender el ser como y desde la presencia; no obstante, ese olvido culmina en la última etapa con el olvido del olvido que llega a su máximo esplendor con la concepción técnica del mundo, pero no se trata sólo de haber olvidado el ser sino de vivir con la convicción de que no se le necesita, sin tener en cuenta que como considera Heidegger, la técnica misma es un modo de desocultarse el ser, aunque como explicaba al principio, cuando el ser se convierte en existencias queda vacío y por ese motivo el hombre intenta compulsivamente llenar el vacío que le deja siempre insaciable.
Desde ese punto de vista, el peligro es que el hombre sufra la ruptura de la interpelación y de la escucha y pierda la posibilidad de un nuevo hacer salir lo oculto, es la pérdida de su destino lo que está en juego, del sino que Heidegger vincula a la libertad y que no procede de una destinación arbitraria sino de la escucha que interpela. No hay necesidad en lo que demanda el ser, pero sí una exigencia. La técnica abandona al ser en un sentido activo -tal como explica Luis Sáez en su interpretación de Heidegger siguiendo a Pedro Cerezo: “La técnica es la consumación del nihilismo inherente a la metafísica... La técnica es la forma en que el nihilismo impropio va contra el nihilismo en sentido propio”-. La solución de Heidegger al problema introducido por Platón con la metafísica, es dejarse afectar por el ser, no superar el nihilismo en sentido propio, que sería imposible, sino como la técnica trabaja impropiamente, esto es8: “Superar y querer superar el nihilismo (en sentido propio) querría decir que el hombre vaya desde sí en contra del ser mismo en su permanecer fuera. Pero ¿quién o qué sería jamás lo suficientemente poderoso como para ir en contra del ser mismo, en cualquier respecto y con cualquier finalidad que sea, y de someterlo a la tutela del hombre?(...) Querer superar el ser mismo querría decir arrancar de sus goznes la esencia del hombre. (…) La superación del nihilismo así querida sólo sería una severa recaída en lo impropio de su esencia, que desfigura lo que en él es propio”9. El Dasein es invitado a entrar en una nueva relación con el mundo desde la técnica, por eso no es una renuncia fortuita de lo técnico ni de los instrumentos. Parece advertir una relación de esclavitud ante los objetos si no nos hacemos un hueco propio para que acontezca el pensar propio del ser. Heidegger no quiere cometer el error de Platón haciendo que la mirada sólo queda en lo entitativo o en la representación, sino que más allá del pensamiento calculador y planificador, es posible arriesgar la posibilidad de un pensamiento comprometido, al mismo tiempo que libre de las ataduras técnica, que implique al ser humano en su totalidad; esa es la Gelassenheit o Serenidad para con las cosas que Heidegger parece apuntar y que faltaría en Platón si no tuviéramos en cuanta sus importantes aportaciones acerca del Agathon, que sin lugar a dudas considero, no es digno de quedar al margen, y que por lo tanto, hace que la interpretación de la filosofía de la historia de Heidegger como olvido del ser quede en una encrucijada: ¿No es Epekeinas tes ousía el espacio que Heidegger busca más allá de los entes? Si la respuesta fuera afirmativa, el ser platónico no habría supuesto el olvido del ser, aunque de facto la historia se haya dedicado a hablar de los entes y haya dejado a un lado el propio ser.

En este trabajo he tratado de seguir los pasos de Heidegger para demostrar su tesis del olvido del ser en la filosofía platónica, pero como hemos visto, es una cuestión que no se puede cerrar pues ni siquiera sus intérpretes están de acuerdo sobre el asunto. Más aun es dudoso que Heidegger acertara si tenemos en cuanta los potentes argumentos de Nietzsche, quien nos aporta una interpretación tan radicalmente opuesta a su posterior intérprete. Para Nietzsche la filosofía platónica supuso la ficción del ser y merece la pena tener en cuanta su explicación de la duplicidad y de la historia como eterno retorno si queremos encontrar argumentos y puntos conflictivos en la explicación de lo que Heidegger quiso demostrar. Por eso hoy sigue teniendo sentido plantear la cuestión del ser: Olvido o ficción, esa es la gran cuestión.
5. Bibliografía.

- CEREZO GALÁN, Pedro. (1963). Arte, verdad y ser en Heidegger. Fundación Universidad-Empresa, Madrid.
- HEIDEGGER, M. (2000): “La Metafísica como historia del ser”, en Nietzsche II. Destino, Barcelona.
______ (1994): “La pregunta por la técnica” en Conferencias y artículos Traducción de Eustaquio Barjau, Ediciones del Serbal, Barcelona, pp 9-37.
_____ (2000): ¿Qué es metafísica? [original de 1929], en Hitos, Alianza Editorial, Madrid, pp. 93-109.
- NAVARRO CORDÓN, J. M. y RODRÍGUEZ R. (1997): "Heidegger o el final de la filosofía". Editorial Complutense, Madrid, pp. 59-92. [Acceso on-line: http://www.heideggeriana.com.ar/comentarios/cerezo_galan.htm].
- SÁEZ, Luis. (2010): “Textos ilustrativos sobre el nihilismo en Heidegger”. Aclaraciones del profesor en apuntes de clases sobre metafísica.
- VALLEJO CAMPOS, Álvaro. (2008): “De Nietzsche a Heidegger como filosofía de la historia”, capitulo 5º en Pensar la nada: Ensayos sobre filosofía y nihilismo. Biblioteca nueva, Madrid.
1 “La pregunta por la técnica” (1954) en Conferencias y artículos, pp. 9-39.
2 Ibid. p. 18.
3 En Nietzsche II, en la sección “La Metafísica como historia del ser”.
4 “La pregunta por la técnica” (1954) en Conferencias y artículos, p. 30.
5 “De Nietzsche a Heidegger como filosofía de la historia”, capitulo 5 en Pensar la nada: Ensayos sobre filosofía y nihilismo, de Álvaro Vallejo Campos.
6 En Nietzsche II, p. 375.
7 Ibid 336-337.
8 Ibid p. 297-298.
9 Para la selección de estos textos he tenido en cuenta apuntes aportados por el profesor Luis Sáez en el tema 1 de la asignatura Filosofía y psicología del curso 2009-2010.

3 comentarios:

  1. admiro tu conocimiento de Heidegger y del tema del nihilismo en el que reconozco que estoy muy pez, intentaré ponerme un poco más en forma releyendo lo que has escrito y los textos que recomiendas, en particular tengo a mano alguno de Luis Saez. ¿Tú crees que en filosofía el nihilismo es superable? a mí me parece un síntoma o una característica de nuestra época que da lugar a muchas patologías , no tendría porqué, pero el caso es que existen esas disfunciones.
    No sé, a lo mejor mi pregunta es poco metafísica y se aleja de tus intereses propiamente ontológicos, ónticos, onto-teológicos o como quieras llamarle. Para quien no está en ese ambiente de lecturas de Heidegger no te creas que es fácil aclararse.

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  2. Mis conocimientos son también escasos para tan gran pensador pero reconozco que haber recibido las clases de Luis Sáez me ha ayudado mucho a poder pensar junto a Heidegger. ¡Quién me lo iba a decir a mi! Al principio era un tanto negada con esos vocablos heideggerianos pero luego te das cuenta que aunque superable (de ahí mi interés por leer a los postmodernos como Foucault, entre otros), Heidegger necesita de todo ese embrollo para poder hablar de aspectos de lo real para los que uno no encuentra conceptos cotidianos que los delimiten. Pero no te dejes engañar, amiga Ana, a mi la lectura de Nietzsche sobre el nihilismo me parece mucho más acertada, así como su lectura de la historia metafísica y del propio Platón. Quise investigar en contra de mis propias convicciones para ver lo que encontraba.
    Tu pregunta es de lo más metafísica, para mi sería como decir, ¿puede haber ser sin nada (nihil)?, ¿puede la filosofía dar de lado a la nada? Para mi eso es inconcebible. Es en la nada donde nos sustentamos, por eso cabe el nihilismo activo -al que conoces que apela Nietzsche-. Para mi, no sé si tú lo compartes, además de la cuestión radical de que exista un problema nihilista en la actualidad que como afirmas genera desasosiego y patologías de civilización, otra cuestión paralela es: ¿qué nihilismo es capaz de acernos bailar sobre las ciénagas? ¿Somos capaces hoy de mantenernos en ese espacio (que es un no-lugar) sin desprestigiar ciertos valores morales que nos llevarían a un nihilismo negativo? Ahora mismo, no estamos en esa línea, pero podríamos estar. Mira con qué ingenio apunta Luis Sáez en su obra Ser Errático a lo que llama el "ser cenital". Si te apetece te podría enviar por correo un mazacote de trabajo de fin de máster que realicé para septiembre gracias a la ayuda de Javier de la Higuera, lo titulamos: El concepto ontológico existencial de locura en Michel Foucault. Ahí también entro en detalles de las primeras obras de Foucault cuando está cercano al Heidegger de Ser y Tiempo y a la escuela del análisis existencial. Si te apetece, sólo decirlo.

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  3. En mi opinión, las posiciones de Heidegger sobre la técnica son de una simpleza pasmosa. ¿A qué se debe su extraordinario eco? Sólo se puede comprender la fascinación que han ejercido sobre toda una generación filogermánica por el misterio (misticismo, esoterismo, hermetismo) de su logomaquia poéticamente inapta, tan abstracta como obstrusa.
    En cuanto al "olvido del ser" o al "olvido del olvido del ser", vinculado al ditirambo nietzscheano contra Platón (que en realidad es una queja contra el cristianizado Plotino), ¡menos mal que hemos contado con Heidegger el Memorioso, quien nunca mostró su arrepentimiento por su complicidad con el mayor atentado contra seres reales (olvido del ser de los seres) de la historia contemporánea! La metafísica como coartada del esteticismo libertino o la indecencia política, sí fue un invento de los modernos, más que de los clásicos. Pero el filósofo no es un brujo, por más que oscurezca sus asertos hasta que parezcan conjuros. ¡Qué estupidez es esa de que "la esencia de la técnica es un 'emerger-desde-sí'". Palabras, sólo palabras.
    Sobre la técnica, reflexionaba por el mismo tiempo, aun siendo más viejo que Heidegger, con mucho más conocimiento real (de los Rayos X, por ejemplo), muchas menos pretensiones imperiales, y más positivos resultados críticos, e incluso metafísicos, Friedrich Dessauer, quien fue encarcelado por los nazi por su oposición a Adolfo Hitler.
    Dime qué haces, y con quien te juntas, y te diré qué respeto me merece tu metafísica... Saludos

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